Del Potro le ganó un partidazo a Cilic. En casi cinco horas de juego se impuso por 6-7 (4), 2-6, 7-5, 6-4 y 6-3 y logró lo que parecía imposible luego de los primeros -y tortuosos- 120 minutos del match. En ese lapso el croata manejó el juego tal como lo venía haciendo en toda la serie. Dominante desde el saque y el drive, empujó al argentino a una postura timorata y defensiva. Machacando sobre el revés de su rival para generar espacios sobre el lado opuesto, Cilic desarrolló un plan de juego que parecía inexpugnable. Flotaba sobre la cancha. Expelía una confianza apabullante.
Como contrapartida, Delpo parecía no poder escapar de la trampa tendida por su amigo -sí, estos dos cracks tienen una excelente relación. Como en la ley de Murphy, todas las variables que a priori eran negativas estaban sucediendo maquinalmente dentro del rectángulo de juego.
Pero a mediados del tercer set, Del Potro logró fisurar la granítica confianza de su oponente y encontró una diagonal estratégica que le permitió volver al partido. El argentino levantó el porcentaje de primeros saques, comenzó a pegar más firme el revés a dos manos lo que le permitió escapar del slice defensivo como sistema, y así encontró espacio para dominar con el drive, su golpe determinante.
Fue otro Del Potro desde entonces. Su lenguaje no verbal y su actitud cambiaron; pareció reconectarse con esos dos mil argentinos que, incrédulos pero extasiados, fueron testigos privilegiados de una remontada épica. El Arena Zagreb, definitivamente, ya tenía más puntos en común con la Bombonera, el Bosque o UNO.
A la salida del descanso para afrontar el décimo game del cuarto set, Delpo retornó a la cancha en trance: sonriente, a los saltitos, revoleaba su raqueta como si fuese una camiseta argentina en comunión con el público. Fue el principio del final para Cilic. El argentino quebró, ganó el set y luego se quedó también con el quinto.
Presenciamos una partido majestuoso por sus componentes técnicos, estratégicos, emocionales e históricos. El gran protagonista, otra vez, fue Del Potro: un tenista sublime que, jugando para Argentina, es capaz de correr el límite de lo posible. Su energía vital son los colores y la voracidad de gloria. El sueño sigue en pie. ¡Gracias BESTIA!