UNA DECISIÓN RESPALDADA EN UN PROCESO INSTITUCIONAL INTEGRAL

La rotunda decisión de Juan Sebastián Verón de desairar la vanidad boquense expresada en el ultimatum prime time de Daniel Angelici, parece abrevar en una práctica política e institucional que ubica los intereses propios como prioridad. También puede distinguirse en esa decisión el boceto de un lineamiento central para el despliegue de un proyecto integral para EDLP que excede lo meramente deportivo.

El diálogo institucional entre #Estudiantes de La Plata y Boca parecía haberse instalado en esa dimensión espesa que, durante los recesos estivales del fútbol argentino, suele convertirse en el insumo principal para llenar centímetros y minutos en los medios tradicionales y generar tópicos virales: culebrones poco originales y mal actuados por el pase de un jugador prominente.

En ese paso de comedia maquinal los clubes «grandes» (léase Boca y/o River) siempre terminan sacando ventajas sustanciales. Es que el poder económico de los grandes y la capacidad de lobby que despliegan en distintos ámbitos (institucional, empresarial, medios de comunicación), imponen condiciones que mayormente son antagónicas con las necesidades y demandas de los clubes menos notorios.

Además es evidente la desidia, negligencia o incapacidad que exhiben ciertos dirigentes a la hora de abordar las mesas de negociación (el ejercicio por excelencia de la práctica política).

Se configura, entonces, un escenario opaco en el que abundan sospechosos acuerdos ligados a operaciones que involucran mucho dinero (divisas). En ciertas oportunidades, velocísimas coincidencias conceptuales entre club «grande» y club «chico» terminan en movimientos de dinero y jugadores que, la mayoría de las veces, no decantan en beneficios empíricos para las instituciones en el ámbito deportivo (donde se consigue la gloria) ni en el campo económico (la herramienta para hacer sostenible cualquier proyecto).

Probablemente Boca asumió que podía conducir la negociación por el pase de Andújar a través de los carriles que suele transitar: el peso del nombre, la billetera, la necesidad del otro, las operetas en los medios.

Pero esta vez se registró una especie de anomalía que torció la habitual inercia. La rotunda decisión de Juan Sebastián Verón de desairar la vanidad boquense expresada en el ultimatum prime time de Daniel Angelici, parece abrevar en una práctica política e institucional que ubica los intereses propios como prioridad. También puede distinguirse en esa decisión el boceto de un lineamiento central para el despliegue de un proyecto integral para EDLP que excede lo meramente deportivo.

Estudiantes fijó para este año como objetivo ineludible la terminación de UNO. En ese contexto se mostró dispuesto a explorar, analizar y desarrollar vías de financiamiento. Ante el interés formal expresado por Boca, expuso los claros parámetros en torno a los cuales entabló la negociación. El club asumió lo evidente: con la salida del portero, perdería potencial deportivo. Como contrapartida, se trataba de una transacción altamente beneficiosa de desarrollarse en los términos anunciados y casi indispensable para la concreción del trascendente objetivo de volver a jugar en el estadio propio.

Finalmente, Boca parece haber transitado la negociación afuera de los márgenes establecidos por Estudiantes. La postura pública de Angelici y sus métodos de dilación y presión, no consiguieron fisurar la postura institucional de EDLP.

Cuando Verón afirma frente a las cámaras de ESPN que «somos Estudiantes y nadie nos apura», está contándole a todo el mundo que su decisión se enmarca en una identidad histórica de club que él mismo, con su decisión de desairar a Boca, proyecta como modelo. Y que, parece, está dispuesto a sostener ante el más pintado.

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