La discusión que colonizó la séptima sesión de Concejo Deliberante de Viedma tiene un nuevo episodio: el intendente José Luis Foulkes, otra vez, vetó una ordenanza relacionada con el plan de vivienda Techo Digno y de esa manera profundiza la polarización del sistema político local.

El pasado 5 de octubre el legislativo viedmense fue atravesado por el debate entre la presidente del bloque de concejales del Frente para la Victoria (FPV), Evelyn Rousiot, y el titular de la bancada de Cambiemos, Leandro Massaccesi. La ordenanza impulsada por la peronista y finalmente ratificada por el cuerpo (5 votos a favor, 4 en contra) suspendía por 12 meses el cobro de las cuotas generadas por la firma del acta de adjudicación por las viviendas construidas bajo el marco del programa Techo Digno, debido a que las casas aún no cuentan con todos los servicios básicos instalados.

Con esta censura institucional Foulkes parece tropezar con la misma piedra: en 2015 vetó la ordenanza del Deliberante que creaba una comisión para la adjudicación de estas viviendas. En aquella ocasión el Concejo salteó la veda impuesta por el intendente ratificando la ordenanza con 2/3 de los votos del cuerpo. El Ejecutivo, entonces, decidió recurrir a la Justicia provincial. Sin embargo cosechó una nueva derrota política, pues en esa instancia se avaló la potestad del Concejo para determinar el procedimiento (por sorteo).

En el marco estrictamente institucional, la argumentación del decreto es categórica: afirma que la ordenanza «carece de sentido» ya que en la órbita del Ejecutivo «ya existe esa normativa». Agrega que es «arbitraria en su plazos y demuestra un desconocimiento de los distintos planes que integran el Techo Digno y sus estados de avance».

El decreto expresa además un enfoque político insoslayable pues deja en claro que «la municipalidad acompañó a los adjudicatarios en todo el proceso, por el que durante un año no abonaron cuotas por viviendas, tasas y servicios de luz y agua». Con esa información Foulkes pretende desmontar la estructura discursiva y de praxis política del peronismo, que ubica al Municipio y especialmente al intendente en un lugar refractario a los intereses populares, al menos en este tópico.


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Sin embargo, desde el FPV afirman que el veto está más ligado a motivaciones políticas que a una necesidad institucional y de instrumentación ejecutiva. En ese sentido, sostienen que el nuevo veto de Foulkes es un intento de apropiarse de una política pública que «excede el ámbito del Ejecutivo» y que ubicaría a los adjudicatarios como sujetos cautivos de la voluntad de la Municipalidad.

Es que la naturaleza institucional de una ordenanza, el mayor rango jerárquico en el ámbito deliberativo, la ubica por encima de un decreto ya que ofrece garantías mayores en términos formales pero también para la sociedad. En términos coloquiales: una ordenanza es más difícil de ser modificada, extinguida o tergiversada; es más estable y robusta que un un decreto, que depende sólo de la voluntad del titular del Ejecutivo.

El antagonismo de los enfoques es explícito: mientras el FPV deja entender que Foulkes recurre a prácticas punteriles relacionadas con lo más rancio de la política, el Intendente (a través de la argumentación de su decreto) pone de manifiesto una supuesta inconsistencia técnica y cierta demagogia en la oposición peronista.

LA GRIETA

El cruce que mantuvieron Rousiot y Massaccesi y del que ahora participa el intendente es mucho más amplio y complejo que Techo Digno. Es posible vislumbrar en esa discusión el trazo grueso de la tensión entre los modelos de sociedad opuestos que expresan las dos primeras minorías que colonizan el sistema político argentino: el macrismo y el peronismo de temperamento marcadamente opositor.

El veto de Foulkes abreva en esa tensión nacional que también coloniza el debate político de Viedma. Todo esto, apenas una semana después de las elecciones legislativas de medio término. Es que la imposibilidad de un nuevo mandato del actual intendente y el crecimiento exponencial del FPV y de Cambiemos registrado en el reciente turno electoral, aceleraron los tiempos y potencian a algunos actores frente a la contienda 2019.

No parece casual que Foulkes, mediante un decreto inapelable, invalide la ordenanza impulsada por Rousiot, la dirigente del FPV mejo posicionada para disputar la intendencia en dos años. El alcalde debe ofrecer este tipo de gestos porque no tiene posibilidad de continuidad en el Ejecutivo y porque, además, forma parte de un sistema político (el macrismo conduciendo Cambiemos) que deja muy poco espacio para la intervención estratégica en sus franquicias. Así las cosas, está obligado a generar hechos que le aporten volumen político para evitar que Rousiot y el FPV le marquen la agenda y para no perder terreno en la interna, sobre todo teniendo en cuenta que la última elección ubica a Cambiemos seis puntos debajo del FPV.

El futuro llegó: 2019 se comenzó a jugar en esta primavera 2017.

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