El radicalismo de Viedma se enfrenta a una encrucijada histórica a pocas horas de decidir la fecha de la contienda electoral local. Una de las opciones es unificar la elección municipal con la presidencial. Esa es prácticamente la única herramienta para levantar su bajísimo piso pero, al mismo tiempo, también mejora sensiblemente la competitividad del peronismo. Como contrapartida, la otra opción es aislar la contienda local y enfrentar una casi segura elección de un dígito pues la potencia electoral de Juntos Somos Río Negro (JSRN) afecta, principalmente, a la UCR. Este escenario hipotético reduciría al partido a su mínima expresión histórica como proyecto de poder en la capital provincial.


27 de octubre (27O) o 29 de septiembre (29S). Las opciones están claras. Si la UCR es capaz de atenuar su atávico gorilismo, puede garantizar una elección competitiva que lo salve del incendio y que le permita retener algo de poder. O, de lo contrario, puede volver a ser funcional al proyecto de Alberto Weretilneck que, lenta pero persistentemente, fue absorbiendo la estructura y el caudal de un partido desvencijado. El radicalismo no soporta otra defección: una nueva elección como la del 7A podría marcar el principio de la desintegración.ón.

La gestión mediocre en el plano municipal y la paupérrima gerencia político-electoral del partido ponen a dirigentes, militantes y electores boina blanca frente a un dilema a pocas horas de decidir la fecha de la elección municipal. ¿Decidirán pensando en Leandro Alem y Raúl Alfonsín? ¿O actuarán en términos históricos como Alvear o como los dirigentes que gestionan la «alianza» con el peor presidente desde el regreso de la democracia?

HISTORIA RECIENTE: 7A, 5% Y DESPUÉS

El resultado de la elección a Gobernador del #7A, la contundente victoria de Alberto Weretilneck a través de su candidata a gobernadora Arabela Carreras, modificó directamente el escenario en Viedma. Desde el 7 de abril a las 20 horas, Juntos Somos Río Negro supo que tenía la posibilidad y la responsabilidad de ubicar por primera vez un/a candidato/a propio/a a intendente en la capital provincial que partirá en la pole position; en el mismo momento, el radicalismo entendió que su dominio hegemónico en la capital provincial -gobernó 20 de los últimos 24 años- entraba en etapa de severa crisis en el marco de un tembladeral partidario mucho más amplio; mientras el Frente para la Victoria, y específicamente el peronismo, vió como todo su esquema se derrumbaba como un castillo de naipes, pues estaba ligado casi unidireccionalmente al triunfo a nivel provincial.

Los números de la elección provincial reconfiguraron el mapa de alianzas y las estrategias de los sectores; lo que se presuponía iba a ser una elección municipal aislada, ahora se encamina hacia una contienda que abrevará en el clivaje conceptual que domina la esfera nacional. ¿Por qué? Pues porque la necesidad tiene cara de hereje. Y por eso el 27 de octubre como tentativa cobra un profundo sentido y una racionalidad política perfectamente entendible.

Elección municipal Viedma

Luego del #7A el radicalismo quedó al borde del nocaut. El Pro, el ARI (sus socios en Cambiemos), la mayor parte de su estructura territorial y la voluntad de la mayoría de sus dirigentes estuvieron enfocados en evitar el triunfo del peronismo, y por eso jugaron (más o menos explícitamente según el caso) con Weretilneck. Matzen y Foulkes quedaron a la intemperie, muy expuestos a sus flagrantes limitaciones: sin aparatos, sin estructura colectiva ni conceptos, la naturaleza y los atributos de los candidatos quedaron en evidencia con crudeza. El resultado: tierra arrasada. Siete puntos. ¿Cómo construir expectativa de poder desde un partido y un espacio que se deshilacha? ¿Cómo contener a dirigentes que, históricamente, han estado más interesados en sus ambiciones personales que en el despliegue y la consolidación del partido como herramienta para abordar las demandas de los/as vecinos/as?

Elección municipal Viedma

El radicalismo de Viedma enfrenta una encrucijada histórica. La desidia o la incapacidad, y sobre todo la especulación de muchos de sus dirigentes fueron erosionando el partido al punto de reducirlo a un proveedor de mano de obra para proyectos de poder ajenos: sea Macri o sea Weretilneck el jefe de turno, lo cierto es que el papel que se le asigna al radicalismo en esas estructuras es secundario. ¿Se imaginan a Hipólito Yrigoyen, a Leandro Alem, a Arturo Illia o a Raúl Alfonsín traccionando para proyectos que contradicen los fundamentos filosóficos constitutivos del partido? ¿Se los imaginan jugando a perder en pos de lograr un mejor posicionamiento personal en otro espacio político? La verdad es que exactamente eso es lo que hicieron algunos dirigentes radicales con responsabilidad institucional en la actualidad.


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Pero no se puede ser más papista que el Papa. Los radicales que jugaron activamente para hacer crecer a JSRN y luego “colar” en ese espacio, ahora tienen un problema: creció tanto JSRN en la última elección provincial que ya no los necesitan para la disputa local. El espacio de Weretilneck irá con un candidato puro: Pedro Pesatti. Los extrapartidarios a la cola, en el mejor de los casos.

El problema para los radicales es doble: no sólo hicieron crecer demasiado a un oponente directo, sino que pusieron a su propia estructura al borde del colapso. Por eso el #27O es la única oportunidad de conservar el poder en la capital provincial: mezclar la elección municipal con el duelo Macri-Pichetto versus Alberto F-CristinaElección municipal Viedma

27O

Para salir del paupérrimo 5% que logró en la elección provincial, el radicalismo está obligado a incorporar una figura y un contexto que traccionen hacia arriba su escaso capital electoral. Y esa figura es Mauricio Macri. Aunque parezca una paradoja, pues el Presidente tiene alta imagen negativa en Viedma, la estrategia tiene fundamento en la racionalidad política / electoral: competir en el marco de una elección polarizada por naturaleza con boleta de cuatro cuerpos (Presidente, Senadores, Diputados, Intendente). Se trata de engancharse al piso histórico que cualquier candidato a presidente por el oficialismo obtuvo: 25%. En una misma jugada, se diluye el potencial electoral de JSRN (irá con boleta corta) que, a priori, parte con ventaja, y se ubica a la fuerza propia en el centro del ring a disputar con el antagonista histórico: el peronismo.


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Para el peronismo es una estrategia potable, porque la decisión tiende a ubicar la elección local en un plano de tercios, competitiva, que diluye la ola verde post #7A. En ese marco, algunos vislumbran un escenario que consideran “ideal”: Cristina y Alberto F contra Macri, mano a mano; y en el plano local un/a candidato/a a intendente que surja por consenso.

La estrategia del #27O diluye la influencia de Weretilneck. Si la elección municipal confluye con la general, la candidatura de W al Senado como elemento de arrastre pierde bastante potencia, porque será el tramo superior (presidente-vicepresidente) el más importante para los ciudadanos en un escenario hegemonizado por un clivaje que excede largamente los postulados puramente municipales.

La opción #27O ayudaría a construir un escenario competitivo, pondría en valor al partido Radical y permitiría discutir, sin falacias ni localismos vacíos de sentido y deshistorizantes, el modelo de país adecuado para construir un municipio desarrollado e inclusivo.

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