Obra pública, empleo, expansión institucional y política son los cuatro pilares sobre los que se cimenta la relación entre Martín y Emilia Soria y el Gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Los hechos concretos sustentan la descripción: acceso directo a las políticas públicas del Ejecutivo nacional para los municipios; una millonaria inversión del Gobierno para construcción de viviendas; enlace institucional fluido y la proyección de articulaciones para el desarrollo de proyectos hídricos y viales, redes cloacales, de gas y electricidad.


Los primeros 54 días del nuevo Gobierno nacional, que coinciden con el inicio de los flamantes roles institucionales de los hermanos Soria (diputado nacional uno, intendenta ella), se constituyen como una maqueta a escala de lo que será el esquema político e institucional en la provincia de Río Negro en los próximos cuatro años.

Pasaron apenas 1296 horas desde el final del ciclo macrista, y con la asunción de un gobierno peronista los hermanos roquenses ya consiguieron volver a ubicar a la provincia en la escena nacional.

En el plano de la obra pública, lograron reactivar el Plan Techo Digno luego de una reunión con la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat, María Eugenia Bielsa, desarrollada el jueves 30 de enero. De esta manera, General Roca recibirá una millonaria inversión desde el Gobierno nacional para reactivar y finalizar las 231 viviendas que habían sido paralizadas por una decisión política del por entonces presidente Mauricio Macri y el exgobernador Alberto Weretilneck.

En un sentido similar, el diputado Soria logró concertar el 3 de enero una reunión entre la Liga de Intendentes del Frente de Todos y el Jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, que luego se diversificó en sendas reuniones con el ministro de Producción, Matías Kulfas, y el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra. Estos encuentros gestionados por el presidente del partido Justicialista de Río Negro fueron muy voluminosos en varias dimensiones.

En primer lugar la serie de reuniones expresaron una novedad, que fue el regreso de los intendentes peronistas de la provincia a Casa Rosada; además esos encuentros sirvieron para trazar la perspectiva política en términos territoriales, pues la presencia de 10 jefes comunales propiciada por el presidente del PJ da cuenta de un orden orgánico win-win; and last but not least, el acceso a herramientas institucionales vitales para gestionar el día a día en el territorio: los alcaldes recibieron en estos cónclaves la confirmación de la reapertura de los canales para el acceso directo a las políticas públicas provenientes de Nación.

Esa última cuestión sirvió para evidenciar el profundo contraste con el vínculo intendentes FdT – Arabela Carreras. Pocos días antes de su llegada a Casa Rosada, los jefes comunales antes habían mantenido un encuentro en el que sintieron el helado trato de la Gobernadora, que se encargó de obturar cualquier posibilidad de llegada directa a ella y envió a los frentedetodistas a la cola: en el mejor de los casos, que charlen con los ministros (si es que logran establecer algún vinculo institucional). Luego del desaire de Carreras los alcaldes quedaron pasmados y, aunque no lo hicieron públicamente, confesaron puertas adentro que la mandataria no soltó ni un cospel y que «si volvemos a nuestros pueblos con las manos vacías nos liquidan». Por eso se vieron obligados a enviar una gacetilla en la que exageraron las bondades institucionales de una reunión que, en realidad, les ubicó en la cruda realidad de una provincia estrangulada económica y financieramente. Además, con una Gobernadora obligada a construir legitimidad territorial, es de manual que los recursos serán direccionados con un claro sesgo político y, en ese marco, los intendentes del frente claramente no son prioridad.

INSUSTANCIALIDAD

Resulta muy llamativa (al menos para este periodista) la ingenuidad del grupo de intendentes, que abordaron el inicio de la relación con la nueva Gobernadora desde una perspectiva que confunde relación institucional con insustancialidad política. Justamente esa es la característica que se convirtió en el vector que motorizó el histórico «peronismo de la derrota» que los Soria se han propuesto revertir, y que comenzaron a vencer cuando identificaron antes que nadie en todo el país al promotor y socio vitalicio de ese cáncer partidario.

Lo que resulta doblemente llamativo es que, en estos días de inicio de un nuevo ciclo histórico con el peronismo al frente del Ejecutivo nacional, haya peronistas rionegrinos con alta responsabilidad institucional que replican el pichettismo sin Pichetto…al menos por ahora.

Martín Soria Emilia Soria
En sintonía. Edición: Gonzalo Santos

VERDE Y EDIPO

La insustancialidad política es hija directa de carencias varias: de criterio, creatividad, audacia y también de una acotada capacidad de gestión. En coyunturas dominadas fuertemente por oficialismos (tal el caso de la actual expansión verde), la insustancialidad deviene en una patología endémica. En el caso de una parte del peronismo de Río Negro, se trata de una suerte de inercia que lleva a replicar prácticas y conceptos para parecerse al rival. Como si pertenecer al movimiento político más importante de la historia argentina no ofreciera las experiencias históricas, los conceptos filosóficos e ideológicos o la doctrina para modelar una práctica política superadora, capaz de interpelar a ciudadanos y ciudadanas.

Entonces, algunes dentro del peronismo parecería que pretenden diluirse en la ambigüedad que es marca registrada de JSRN. Resulta curioso que aquellos ¿peronistas? que con más vehemencia proponen la insustancialidad desde la práctica y la ambigüedad desde el discurso, se reconozcan identitariamente en rótulos grandilocuentes (¡ay los «ismos»!) sin reparar un segundo en la práctica histórica de quienes reivindican como sus referencias. ¿Acaso guardan en su memoria selectiva a una Cristina diluida en leche descremada que no discute, ni disputa y se camufla en la retórica y la práctica del rival?


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La verdad es que estos «peronistas» representan todo lo que ya fue y, sinceramente, son un lindo caso de estudio psicoanalítico: se trata de unos simples groupies con un complejo de Edipo no resuelto que aspiran a reparar sus enormes carencias políticas e institucionales con una invocación maquinal a mamá.

No deja de asombrar la espectacular miopía política de algunos integrantes del peronismo. En un acto maquinal, pretenden diluirse en la viscosidad verde de sus rivales casi como si se tratase de una respuesta ajustada al tiempo que corre. Mientras el gobierno provincial de Juntos Somos Río Negro padece frente a una crisis financiera autoinflingida por el macrismo económico que ejerció en el pasado cuatrienio -cuestión que empuja a Carreras y a sus funcionarios a impostar una cercanía ideológica al Gobierno nacional más falsa que dólar celeste, algunos «peronistas» insisten en parecerse a eso.

TODO LO CONTRARIO

Es posible afirmar que los Soria, Martín y Emilia, construyen su carrera política sobre fundamentos conceptuales opuestos a los que expresan los «Peronistas Verde Edipo» (PVE). Si bien presentan marcados matices en cuanto a personalidad, práctica y discurso, ambos comparten dos características: coherencia y capacidad de trabajo.


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Esos atributos son extremadamente valorados en la superestructura peronista a nivel nacional. Y si además son complementados con legitimidad territorial, como efectivamente es el caso de Martín y Emilia, el respeto y la consideración crecen exponencialmente.

En las usinas desde donde se articula el actual poder político nacional, sea en Instituto Patria, Grupo Callao o en la presidencia de la Cámara de Diputados de Nación, Martín y Emilia Soria son considerados referentes ineludibles en Río Negro y es con ellxs con quienes se planifica el desarrollo de un gobierno de coalición que, para lograr desplegarse en el tiempo, sabe que necesita más dirigentes de peso real, coherentes y con capacidad se construir nuevas legitimidades y menos groupies sin tierra o voceros de provincialismos vacíos siempre a tiro de una voltereta.

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