Arabela, W y Juntos Somos Río Negro están encorsetados en una disputa demasiado nociva para toda la sociedad. Según indica la grotesca práctica de la Gobernadora, esta tensión se está resolviendo a través de la simple coacción: “si tu jefe político es Weretilneck, te despido”. Como contrapartida, el exgobernador no duda en ejercer toda su influencia para condicionar a su sucesora y evitar que se erija como un nuevo polo de poder hacia el interior del partido verde.


Arabela Carreras está en problemas. Sobre su Gobierno y sobre ella misma acecha una amenaza espectral de tres dimensiones: sanitaria y social por la pandemia; económica por la debilidad de las cuentas públicas; política, debido a la tensión cada vez más dañina con Alberto Weretilneck.

En los erráticos cinco meses que lleva de gestión la barilochense ya descabezó dos ministerios que tenían terminal política lejos de Laprida 212: Agustín Domingo de Economía, en enero pasado, y Nicolás Land de Desarrollo Humano, hace pocas horas, fueron expulsados del Gobierno porque la jefatura política que W ejercía sobre ambos era intolerable.

Arabela Carreras coronavirus
La peligrosa curva verde. Arte: Gonzalo Santos

Mientras la Provincia se encuentra sitiada por el Coronavirus y una severa crisis financiera, la principal ocupación de Carreras es estabilizar las coordenadas políticas internas de un Gobierno, el suyo, que nació y se estructura en torno a esa incógnita: ¿dónde está el poder?

El peligro que implica tener un Gobierno demasiado imbricado en disputas internas ha quedado expuesto con crudeza: Río Negro es el tercer distrito en tasa de incidencia (casos confirmados cada 100 mil habitantes), solo superado por la Ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego; tiene el 23% del personal de salud infectado (la tasa nacional es del 14%); el ritmo de contagios está por encima del promedio nacional (duplicación de casos cada 11 días aquí, cuando en todo el país el promedio es de 17 días).

INTERVENCIÓN NACIONAL

Diez días atrás el Gobierno de Alberto Fernández, preocupado por la situación en la provincia, tomó el toro por las astas y convocó a la Gobernadora a una videoconferencia a la que asistieron representantes de la cartera nacional de Salud. Llamó la atención de los funcionarios federales el orden de prioridad de Carreras, que se despachó con una retahíla de recriminaciones contra el peronismo rionegrino por las observaciones que había realizado a la política sanitaria. Perplejo, un altísimo funcionario de la cartera que conduce Ginés González García confesó que notó a la mandataria demasiado abstraída en cuestiones políticas y definió como “errática” e “inconsistente” la política sanitaria. En ese encuentro virtual el Gobierno nacional impuso el cordón sanitario en Valle Medio, donde la situación se encontraba muy cerca del descontrol.

La tensión política interna consume demasiada energía de la Gobernadora. De hecho, por momentos se muestra inestable, como en la videoconferencia que mantuvo con los legisladores provinciales del Frente de Todos. Luego de una reunión de tres horas que no se caracterizó por los contrapuntos, Carreras rompió en llanto antes de dar por finalizado el encuentro. Incrédulos, varios parlamentarios entendieron enseguida la magnitud del problema: el Gobierno deambula entre severas inconsistencias en la gestión y una disputa intestina que pone en peligro a la sociedad.

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EL ESTADO SOY YO. Louis XIV, el «rey Sol» estereotipo del absolutismo

El escenario es distópico. Mientras un virus que circula de forma reticular confina al mundo entero a un aislamiento severo y pone en recesión la economía global, en Río Negro el peso de la deuda en el presupuesto se torna insostenible y la caída en recaudación y coparticipación ponen en peligro el cronograma de pagos. Las cuasimonedas ya son un tema y no como literatura, sino como opción real.

¿DÓNDE ESTÁ EL PODER?

Sin embargo, el principal problema para Arabela no es el virus ni la economía, sino Weretilneck. La guerra fría en la que se debaten es tan real y nociva como la Covid-19. A pesar de los intentos por mostrarse en sintonía y del blindaje mediático, la velada contienda condiciona brutalmente la gestión de gobierno y ubica a los rionegrinos y a las rionegrinas como espectadores involuntarios y potenciales víctimas.

Si en el medio de una crisis excepcional como la que atravesamos, la Gobernadora hace renunciar a un ministro de un área tan sensible, es evidente que en sus decisiones prima un instinto de supervivencia política que no parecería matchear bien con lo que se necesita en estos tiempos: templanza y capacidad de gestión.

En su búsqueda de construir poder y expandirlo como condición de posibilidad para sobrevivir en el universo verde, Arabela se cierra sobre sí misma y parece recuperar aquel tópico político atribuido a Luis XIV en 1655: “el Estado soy yo”. Aquella frase que sirve para describir un estereotipo absolutista puede actuar como hipérbole para sintetizar la práctica política de la Gobernadora.


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Dos ejemplos dan cuenta del estado de aislamiento de Carreras: la negación sistemática a la creación de un Comité de Crisis amplio con representación de sindicatos, organizaciones sociales, oposición y profesionales vitales; y la Legislatura como esqueleto testimonial. Sobre este segundo punto es interesante analizar el argumento brindado por Facundo López, jefe de bloque de Juntos Somos Río Negro, que sostuvo la relativa importancia de la Legislatura pues supuestamente ya le habían “otorgado los instrumentos a la Gobernadora”. Asusta el institucionalismo estático que expresa López, que parece a contramano de un mundo que genera en tiempo real las herramientas para combatir un virus dinámico e impredecible.

LA JAULA DORADA

Sin parlamento; sin participación real de organizaciones intermedias ni de la oposición; con un Ejecutivo cada vez más centralizado en la Gobernadora aunque con un polo de poder real que parece ubicado en la oficina de Weretilneck en el Senado de la nación, Río Negro está a la deriva. De no ser por el correctísimo desempeño del Gobierno nacional y de la virtual intervención que realizó en la política sanitaria del Gobierno provincial, la situación ya hubiese explotado.

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LA JAULA DORADA. Salón imperial del palacio de Topkapi.

Arabela, W y Juntos Somos Río Negro están encorsetados en una disputa demasiado nociva para toda la sociedad. Según indica la grotesca práctica de la Gobernadora, esta tensión se está resolviendo a través de la simple coacción: “si tu jefe político es Weretilneck, te despido”. Como contrapartida, el exgobernador no duda en ejercer toda su influencia para condicionar a su sucesora y evitar que se erija como un nuevo polo de poder hacia el interior del partido verde.


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Desde inicios del siglo XVII y hasta terminada la primera Guerra Mundial, la sucesión al trono del imperio Otomano fue definida con un curioso sistema: todos los príncipes otomanos eran encerrados en unas estancias especiales dentro del Harén Imperial, las Kafes, una suerte de Jaula Dorada en las que permanecieron cautivos de por vida. De esta forma se evitaba que pudieran conspirar contra sus parientes o comunicarse con el exterior, pero se les permitía vivir de forma lujosa en palacio y siempre custodiados por los guardias. Solo cuando un sultán moría, su heredero, elegido por los visires reales, era conducido por primera vez al exterior a través de la Puerta de la Felicidad.

Nos preguntamos si el Gobierno no es para Arabela una especie de Jaula Dorada, mientras el verdadero poder se ejerce lejos de sus posibilidades prácticas. Si es así, el problema no solo será de Carreras sino también de los rionegrinos y rionegrinas, que padecen por un poder Ejecutivo grande pero bobo, que demuestra severas inconsistencias para afrontar la crisis que deriva de la pandemia y que, además, parece resolver sus tensiones internas con un sistema medieval.

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