La reunión del peronismo de Río Negro en SAO marcó un hito en el camino hacia la reconstrucción de su propia identidad que, inexplicablemente, había extraviado en los últimos dos años para convertirse en un híbrido insustancial e inédito: un archipiélago de dadores de gobernabilidad que nadie pidió ni necesitaba.

Esa perspectiva conceptual se instaló apenas terminado el turno electoral de 2019, dominó el proceso de construcción y acumulación política del peronismo (incluye su organización institucional, tanto el partido como el bloque) y desembocó en la peor derrota desde el regreso de la democracia. El tercer lugar obtenido en las legislativas del año pasado le puso escalofriantes números a la estrategia de diluirse en la verde viscosidad del oficialismo para intentar ampliar desde allí la base de legitimidad social. Un chino.

Vista en retrospectiva y a la luz de los resultados obtenidos, la alquimia política propuesta para interpelar a afiliados/as y a los ciudadanos/as en general resultó, al menos, ingenua y carente de músculo político. Pero lo cierto es que en el inicio mismo del período 2019-2023, y ante las insinuaciones sobre el rumbo a tomar, también fue fácil vislumbrar el rotundo fracaso al que se encaminaba el partido y el riesgo estructural que implicaba.

Por supuesto que, en este punto, no tiene mucho sentido enumerar quienes se convirtieron en cruzados del disparate y quienes se opusieron al remate en cuotas del peronismo. En todo caso, quien esté interesado en los nombres propios, sólo tiene que googlear 10 minutos para esclarecer el panorama. Sin embargo, hay una anécdota que está comenzando a tomar una fisonomía mítica en algunos sectores del peronismo de la capital provincial, que permite adivinar nombres con facilidad y, especialmente, entender que la estrategia de subsumir al partido Justicialista de Río Negro en el oficialismo provincial, respondía a una planificación y a una decisión tomada en mesas muy pequeñas que carecían de legitimidad institucional y popular.

«TE PARTO AL MEDIO»

Corría septiembre de 2019. Ya habían pasado las elecciones provinciales y el rutilante éxito del Frente de Todos en la PASO para presidente. En ese marco, y de cara a la elección general de octubre, en una de las 4 grandes ciudades de Río Negro comenzó a generar malestar el sistema de distribución de boletas y material de campaña: las terminales comenzaron a diluirse y los materiales fluían entre dirigentes de Juntos Somos Río Negro.

Debido a esa situación, un dirigente que aún no había asumido la banca en la Legislatura que había obtenido al encabezar su circuito, decidió visitar al integrante del parlamento nacional que ya por ese entonces se auto percibía como referente, candidato a gobernador y terminal obligada para ordenar el flujo político en el Frente de Todos. En ese encuentro, hubo una revelación impactante: según el referente de «la orga» en la provincia, la construcción política en territorio rionegrino del flamante FdT iba a erigirse en torno a la confluencia con JSRN y ese era el destino inequívoco del peronismo.

La tajante respuesta del visitante dejó pasmado al dueño de casa y dicen que, por el tono en que fue expuesta, hizo temblar el fastuoso tablero de ajedrez que dominaba la mesa ratona: «yo soy peronista y con esta gente (por JSRN) no voy a ningún lado. Si esa va a ser tu postura, me vas a encontrar en la vereda de enfrente. Y si se meten en nuestro camino, los parto al medio».

Por supuesto, los términos en los que se desarrolló la dinámica política del FdT en Río Negro no fueron los expuestos por el por entonces legislador electo; por el contrario, el peronismo se entregó, casi de forma unánime, a esa inercia insustancial que en poco menos de dos años erosionó gran parte de su caudal electoral y, esencialmente, le hizo diluir su identidad. Luego de la elección legislativa de 2021 el peronismo no sólo había perdido su lugar como challenger sino que dejó de representar a una enorme porción de la ciudadanía que depositaba en ese sector enormes expectativas, vinculadas a un PROYECTO DE PROVINCIA DIFERENTE.

Ahora, pareciera que el peronismo ha decidido salir de ese aciago lugar conceptual. Y comenzó con el regreso discursivo a sus bases filosóficas, programáticas, de acumulación y de praxis territorial. Suele pasar: no es producto de profundos análisis coyunturales y/o históricos, sino que son el instinto de supervivencia y el espanto los ejes que parecen ordenar al peronismo rionegrino (si es que existe tal concepto) en torno a parámetros más razonables. Ser oposición a un gobierno provincial mediocre no parece una mala idea, sobre todo cuando se tiene la ventaja de pertenecer al partido más importante de occidente, ¿no?

REUNIÓN PARTIDO JUSTICIALISTA SAN ANTONIO

EL KILÓMETRO 0

La reunión en SAO mostró el lado luminoso del peronismo: por la confluencia de sectores que en algún momento se expresaron antagónicos, por la idea central que ordenó la convocatoria («El Peronismo no es furgón de cola de nadie»), por el temperamento en el que se expresaron las ideas, por la decisión colectiva de retomar los encuentros presenciales (que comenzaron en febrero pasado en Roca, cuando más de 30 Unidades Básicas comenzaron a marcar límites muy precisos) y recuperar capilaridad territorial. Y por esa intangible certeza que atraviesa a cualquier persona con al menos un átomo de peronismo en sangre: cuando los peronistas se juntan cara a cara y tienen bien claro cuál es el adversario y dónde esta el problema, todo es posible.

La gélida noche de San Antonio se encendió con la masiva presencia de compañeros y compañeras de toda la provincia y especialmente con los discursos que ofrecieron algunos referentes.

Intendenta e intendentes, legisladores/as, concejalas y concejales, dirigentes sindicales, funcionarios. Militantes. Hubo mucho en el encuentro. «Es todo ganancia», sintetizó la intendenta de General Roca, María Emilia Soria. La definición fue compartida por todos y todas las que estuvieron presentes en el Club Náutico de SAO. Y no faltó a la verdad. Pero, como siempre sucede, algunos capitalizaron de manera más concreta.


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El legislador Luis Noale fue uno de ellos porque su convocatoria resultó exitosa. Esencialmente, porque el llamado a juntarse captó el humor de las bases. Y porque, además, contó con un ingrediente que no estaba en los planes del «Foqui»: la renuncia de la presidenta del partido Justicialista, Alejandra Más, conocida el mismo viernes por la mañana, le sumó expectativa y volumen al encuentro. La coyuntura, entonces, potenció el alcance político. Informalmente, el justicialismo de Río Negro parece haber delimitado con claridad su perspectiva de cara a 2023 y los fundamentos de su práctica.

En ese sentido, algunos compañeros afirmaron en la noche sanantoniense que «la figura de vicepresidencia del partido no existe en términos formales». Menuda tarea para el intendente de Lamarque, Sergio Hernández, quien ya se prueba la capa de presidente del PJ y que expresó públicamente su beneplácito con el rumbo hacia la confluencia con JSRN que en SAO se rechazó de plano.

BOROMBOMBOM…

Otro de los que capitalizó el masivo asado fue el titular de Vialidad Nacional en Río Negro, Gustavo Casas, que desde hace un tiempo comenzó a hilar voluntades en torno al rechazo del acuerdo con Alberto Weretilneck y, en forma más o menos explícita, expresó su voluntad de competir y encabezar. Recorrió todas las mesas y repartió besos, abrazos y sonrisas para quien lo solicitara….y para los que no también.

Durante su discurso, el viedmense tuvo aciertos conceptuales y uno muy destacado: sostuvo con firmeza y claridad que Juntos Somos Río Negro es la expresión de un muy mal gobierno cuyos magros resultados redundan en severos problemas para los rionegrinos y rionegrinas. Enumeró varios de ellos y finalmente afirmó que la tarea por delante «es para valientes» y que el peronismo tiene que afrontarla «para ganar». En ese momento, irrumpió en el salón del Club Náutico un cantito lanzado por la banda barilochense (con el abogado Estani Cazaux como líder) que se propagó fuerte y rápido para convertirse en el hit de la noche: «Borombombom, borombombom, Gustavo Casas, Gobernador«.

El funcionario nacional que se dedica a terminar las obras de infraestructura vial que el macrismo abandonó en la provincia, no respondió explícitamente pero el brillo en sus ojos denotó su entusiasmo. Ni hablar del posteo en redes sociales que hizo apenas terminado el encuentro.


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La figura de la noche fue, sin dudas, María Emilia Soria. Su ingreso al salón generó alboroto en los presentes y la sensación de, definitivamente, estar frente a un acto voluminoso en términos políticos. La roquense fue la que más selfies regaló: militantes, dirigentes y funcionarios no perdieron la oportunidad de retratarse con la intendenta.

En su discurso, Emilia delimitó con claridad los fundamentos conceptuales, el temperamento y los ejes de la praxis política que el peronismo debería abrazar para competir en 2023. «El peronismo no es furgón de cola de nadie, no tiene precio, no se negocia, no se vende. El peronismo no va a ir acompañando ningún negocio espurio para cuidarle el carrito a algún intendente que tiene miedo, a los peronistas no nos van a usar para meternos en la interna de otro partido. En Buenos Aires que se ocupen de sus cosas. El peronismo de Río Negro hoy está acá», diagnosticó con el tono apasionado que las peronistas y los peronistas necesitan escuchar cuando la cosa está fulera.

Además, puso en valor la reforma de la Carta Orgánica que propició su hermano Martín cuando presidió el partido (actual ministro de Justicia nacional que encabeza la batalla contra la corporación judicial y la mafia macrista enquistada en Comodoro Py) para descentralizar el manejo de las Unidades Básicas y favorecer asi la creación de nuevas UB y la incoporaciones de militantes y afiliados al partido. «Tenía razón (Martín) cuando decía que iban a florecer mil flores para llenar el partido de energía y militancia. Por eso hoy acá hay tantas nuevas UB y expresiones del peronismo», dijo Emilia. Hay un dato que corrobora y complementa lo expresado por Soria: durante el período 2016-2019 se sumaron 2500 nuevas afiliaciones y se crearon 28 nuevas Unidades Básicas en Río Negro.

En el medio de su alocución, Emilia tuvo un gesto que generó otra de las ovaciones de la noche: fue cuando dijo que «entre nosotros hay un peronista ganador: es Pablo Barreno que acaba de ganar la elección en su sindicato con el 65% de los votos». La roquense agregó que al viedmense «no le indicaron desde Buenos Aires como había que hacer para afrontar la elección y el trabajo en su sindicato y ahí lo tienen, arrasó». De esa manera, la intendenta subió al viedmense a la marquesina de la gran noche sanantoniense… justo a uno de los dirigentes que, como ella, expresaron desde el inicio su antagonismo con la fórmula mágica de diluirse en el verde oficialista.

¿Y ENTONCES?

Según lo expresado por todos y todas en SAO, el peronismo parece haber encontrado casi sin querer un punto indiscutible para su reconstrucción. La tarea es volver a abril de 2019: recuperar los enormes aciertos de ese período y trabajar de verdad sobre los errores o las tareas pendientes. Y lo más importante, es que debe entender definitivamente que las coyunturas no pueden desperfilar al partido y correrlo de su mandato histórico; comprender cabalmente que la construcción del «peronismo rionegrino» no puede ser sólo un adjetivo o una mera etiqueta. El peronismo rioengrino debe ofrecer un proyecto rionegrino para los ciudadanos y ciudadanas de esta provincia. Y debe darse cuenta que dispone de los insumos para generarlo: hay modelos de gestión exitosa encabezados por peronistas; hay formas, modos y perspectivas distintas a la propuesta verde; capital humano y técnico; historia y futuro.

Es por lo menos ingenuo pensar que ejercer el papel de oposición no es redituable en términos electorales. Básicamente, porque enfrente hay un gobierno provincial que luego de más de una década no ha podido solucionar las deficiencias estructurales de la provincia y porque cada día que pasa queda más expuesto ante los vecinos y vecinas de cada pueblo y ciudad de Río Negro.

Los peronistas deben analizar más fino la coyuntura, pero además necesariamente deben incorporar una visión más global: a JSRN se le está agotando el tiempo histórico en el que la simple comparación con el desastroso gobierno radical que lo precedió, le alcanzaba para disparar los traumas que ese período generó en los rionegrinos/as, y así ganar elecciones. Ahora, la comparación es con ellos mismos en el marco de un escenario de tercios. La tarea exige lucidez y, sobre todo, coraje. Huevos. Ovarios. Valentía. O como quieran denominar a la capacidad de pararse de manos. Sin eso, nada será suficiente. Y según el temperamento que guió los discursos en la noche sanantoniense (los que se hicieron con micrófono y los que se expresaron en off, con perdón del término), hay varios que se anotaron para dar la batalla.

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