Javier Milei es el nuevo presidente de la Nación. Y es preciso decir que el Pueblo no se equivoca nunca. Ni siquiera cuando conforma una mayoría que empodera a un freak anarco capitalista conducido por el jefe de la casta. No entenderlo o discutir esa verdad tan rotunda como dolorosa, es el síntoma más certero de un paciente terminal: ese que no ve una vaca adentro de un baño por carecer de empatía y/o por negligencia.
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¿En serio resulta tan difícil asimilar la derrota del candidato de la coalición de Gobierno que empeoró los registros de inflación y pobreza que tuvo el paupérrimo Mauricio Macri? Digo: ¿ustedes vivieron en la Argentina los últimos 4 años verdad?
Siempre una elección es la síntesis del clivaje cambio versus continuidad.
Y si el 56% eligió como presidente a Javier Milei, un tipo que durante largos pasaje de su vida pública se mostró como un energúmeno sin ningún interés por las formas institucionales, pues entonces el mensaje NO PUEDE SER MÁS CONTUNDENTE: el vínculo entre representantes y representados se quebró definitivamente. Y la política y los políticos (y con ellos el estado del Estado) fueron juzgados como los principales responsables de hacer la vida indigna de ser vivida.
Javier Milei, el presidente que parió la pandemia
Pesó más, mucho más, la frustración y la desconfianza inmanentes a este largo ciclo económico (al menos 10 años) que erosionó brutalmente la quintaesencia de la democracia liberal-burguesa de nuestro país: la clase media. Efectiva o aspiracionalmente, Argentina es (o fue) un país de clases medias.
Los últimos años de Cristina, el ciclo de Mauricio y el inefable Gobierno de Alberto fueron tan malos que ganó Javier Milei, el candidato liberal libertario que se paseó orondo por todo el país con motosierra en mano, acompañado de una candidata a vicepresidente negacionista y conducido metafísicamente por su perro muerto, Conan.
Si te parece ridículo que haya ganado Javier Milei, ¿Qué tan ridículo te suena que el Presidente y la Vicepresidenta, principales responsables institucionales del destino de 45 millones de personas, hayan protagonizado durante 3 años una telenovela a cielo abierto llena de intrigas de palacio mientras la inflación reventaba el salario de los trabajadores formales?

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A la gente no le entra una gota más de peronismo / kirchnerismo tal como se moldeó desde 2003: su universo conceptual, filosófico y especialmente sus prácticas se tornaron anacrónicas. Su capacidad de representación se redujo drásticamente como consecuencia de su inaceptable endogamia. Mucha gente votó suponiendo que su vida, sus valores, sus afectos, su bolsillo, están afuera del horizonte simbólico que propone ese espacio, como explicó Martín Rodríguez.
No hay democracia ni derechos humanos que alcancen a equilibrar la insatisfacción, la bronca y el odio que surgen como consecuencia de patéticas gerencias institucionales, demasiado ensimismadas y desconectadas de ciudadanos dolientes.

LA PANDEMIA

Y la pandemia, claro. El evento distópico que atravesó el planeta y que nos obligó a vivir en un capítulo de The Walking Dead interminable en el país de la deuda con el FMI, la inflación y la grieta. El encierro como única medida preventiva eficiente (hasta las vacunas, claro) hizo estallar por el aire la socialidad (según los términos de Martín-Barbero y Maffesoli): los modos en que los jóvenes y los adultos configuran representaciones de las instituciones, las prácticas y las estrategias que les permiten constituir modos de interacción específicos.
Fue en ese marco, con el espacio público vedado para todos menos para los antivacunas, antifeministas, terraplanistas, anarquistas, neofascistas, freaks y antiprogresistas que, ante la ausencia de otros actores con los que normalmente deberían haber disputado y/o compartido la primacía en el ágora público, coparon la escena ante la atenta y displicente mirada de las autoridades, para comenzar a sedimentar una legitimidad que, luego, capitalizó y sintetizó el hoy presidente. Salieron de las redes, coparon la calle y, finalmente, le arrancaron el corazón al sistema: se lo quedaron para ellos.
Esos grupos conformaron la primera base de sustentación política de Milei. Poco más de dos años después, y luego del estelar ingreso de Mauricio para aportar millones de dólares, toneladas de clonazepam y 26 puntos, el 56% del país lo apoyó rotundamente para que haga lo que prometió hacer desde el principio: «hacer estallar el Banco Central, dolarizar, exterminar la casta» y, de esa manera, “convertir a la Argentina en la potencia que fue hace 200 años».
¿Se trata de un escenario apocalíptico? Quizás. Pero tan inverosímil y distópico como que en el país del peronismo los trabajadores formales sean pobres, que los chicos vayan a comer a las escuelas públicas o que en los últimos 8 años miles de millones de dólares hayan sido utilizados formalmente para bancar la bicicleta financiera y no para construir escuelas, hospitales, rutas o casas.
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